Giardia lamblia

 ¿Qué es?

Giardia lamblia es un protozoario flagelado, parásito de diversos mamíferos –incluido el humano– causante de la parasitosis llamada giardiasis. Al protozoo también se le conoce como Giardia duodenalisGiardia intestinalis o Lamblia intestinalis.

Su presencia se asocia a una amplia gama de síntomas intestinales, caracterizados principalmente por enteritis benigna, pero en casos crónicos se puede acompañar de disminución de peso y síndrome de mala absorción. 

El parásito se transmite por contaminación fecal-oral, cuando el humano ingiere agua o alimentos contaminados con quistes de Giardia lamblia.

Se cree que Giardia lamblia es una zoonosis y que el humano puede infectarse con cepas de varias especies animales como mamíferos (roedores, ciervos, ganado, carnero, caballos, perros y gatos), anfibios, reptiles, aves o peces.

De allí que la infección no siempre se manifieste de la misma manera, pues algunas cepas pueden resultar más patógenas que otras. Por tanto, en ocasiones se observan casos sintomáticos graves, moderados o leves, y otros asintomáticos. 

 

Morfología

– Giardia lamblia posee dos formas posibles (trofozoíto y quiste).

– El trofozoíto es el que se alimenta, es motil y se reproduce, y la forma quística es una estructura de resistencia, inmóvil e infectante.

– Los trofozoítos suelen verse en heces líquidas, en la cual se le puede apreciar no solamente su morfología, sino su movimiento particular en hoja que cae.

– Es más común observar los quistes en heces formadas.



Ciclo biológico

Forma infectante

La estructura infecciosa es el quiste.

Puerta de entrada

El humano ingiere agua o alimentos contaminados con materia fecal infestada con quistes de Giardia lamblia.

Posteriormente, el parásito comienza a desenquistarse en el estómago, completándose el proceso en el duodeno, donde se disuelve completamente la pared quística, convirtiéndose en un trofozoíto tetranucleado.

Esta estructura se divide, dando origen a dos trofozoítos binucleados bajo un ambiente alcalino. Los trofozoítos se adhieren a la mucosa intestinal a través del disco succionador, específicamente en las vellosidades del duodeno y de las primeras porciones del yeyuno.

Allí habitan estos parásitos, aunque se han encontrado trofozoítos en los conductos biliares y en la vesícula biliar.

Los trofozoítos pueden desplazarse sobre la capa mucosa en la base de las microvellosidades con movimiento peculiar, en volteretas.

 Puerta de salida

Muchos de los trofozoítos se desprenden de la mucosa del duodeno y son arrastrados hacia el yeyuno. Allí permanecen hasta que ocurre la deshidratación del contenido intestinal, pasando luego al colon por el flujo fecal.

El trofozoíto retrae los flagelos hacia las vainas citoplasmáticas, toma una forma ovalada y un poco más pequeña, rodeándose de una pared quística. Así se convierte en quiste.

Son expulsados por las heces al medio externo, donde pueden conservarse viables hasta por dos meses o más, inclusive en condiciones adversas, hasta llegar a un nuevo hospedero.


Transmisión

– Si no existe una buena disposición de excretas, las heces pueden contaminar fuentes acuíferas y alimentos.

– El incumplimiento de simples hábitos de higiene, como por ejemplo, no lavarse las manos después de ir al baño, representa una fuente común de contaminación.

– Las moscas pueden servir como factores mecánicos de transmisión, así como el hacinamiento y contactos muy estrechos.

-Las relaciones íntimas que incluyan sexo oral-anal entre personas homosexuales pueden ser una forma de transmisión.

 

 Cuadro clínico

En el humano la infección por G. lamblia está caracterizada por un amplio espectro de presentación. Así, mientras algunos individuos infectados presentan trastornos intestinales y generales severos, otros son asintomáticos.

Cuando es sintomática, las manifestaciones clínicas inician una a tres semanas después de la exposición, presentando lo siguiente:

– Puede presentarse como una enteritis que puede autolimitarse, manifestada por diarreas de inicio súbito y explosivo. La diarrea puede volverse crónica y debilitante, con esteatorrea y pérdida de peso.

– Puede haber cólicos abdominales y malestar general sin fiebre. Con menos frecuencia puede haber náuseas, vómitos, distensión, flatulencia e inapetencia.

– Las diarreas pueden volverse intermitentes, con pocos días de duración cada vez.

– En niños, puede ocasionar retraso en el crecimiento debido al síndrome de mala absorción, pues el intestino se vuelve incapaz de absorber grasas y otros nutrientes necesarios.


– Las personas inmunosuprimidas son más propensas a la infestación masiva con manifestaciones clínicas graves.

 

 Patogenia

En cargas parasitarias bajas o moderadas, los trofozoítos adheridos a la mucosa intestinal pueden ocasionar irritación, y en menor grado, inflamación de la mucosa del duodeno y del yeyuno. La mayoría de las veces las infecciones son asintomáticas.

Sin embargo, se puede desarrollar una diarrea aguda o crónica producto de un tránsito intestinal acelerado, relacionada con la hipertrofia críptica, atrofia vellosa o aplanamiento y lesión de las células epiteliales.

Cuando la carga parasitaria es alta y la cepa es virulenta, se pueden observar varios mecanismos patogénicos, entre los cuales se pueden mencionar los siguientes:

– Los trofozoítos forman un tapiz sobre la mucosa duodenal y yeyunal, que ocasiona una absorción deficiente de grasas, vitaminas liposolubles y azúcares.

– Ocurre una desconjugación de las sales biliares inducida por el parásito, así como una alteración de la motilidad intestinal y recambio acelerado del epitelio mucoso e invasión de la mucosa.

– También puede haber hipertrofia de la mucosa intestinal (lesión del borde en cepillo de las microvellosidades) en el sitio de adherencia por el disco de succión del parásito con o sin infiltrado inflamatorio (fenómeno alérgico o de hipersensibilidad local).

– La acumulación de grasa en la luz intestinal ocasiona la diarrea, cuyas heces pueden ser acuosas, semisólidas, grasosas, voluminosas y malolientes a distintos tiempos durante el curso de la infección.

 

 Diagnóstico de laboratorio

Para diagnosticar la parasitosis es necesario observar o los trofozoítos o los quistes en las muestras de heces, jugo duodenal o biopsia.

Examen de heces

Como la expulsión de los parásitos es intermitente en las heces, por lo general se pide un seriado de muestras en días no sucesivos para aumentar la probabilidad de encontrar el parásito.

Se puede realizar un examen de heces directo con solución salina y examinarse bajo el microscopio óptico. Esto permitirá ver los trofozoítos vivos.

Los preparados con lugol permiten visualizar de mejor manera las formas quísticas. Puede usarse la técnica de Faust y cols para facilitar la concentración de los quistes en las muestras con baja carga parasitaria.

Examen del jugo duodenal

Mediante una endoscopia se puede obtener jugo duodenal, siendo una muestra mucho más representativa que las heces, pero es invasiva.

Existe un método sencillo, denominado Enterotest, que consiste en una cápsula de gelatina atada a un hilo, del largo de la distancia de la boca al epigastrio.

La cápsula es tragada, adhiriéndose los parásitos al hilo cuando se ubica en el duodeno, se disuelve y el hilo se retira. Luego se observa al microscopio.

Otros 

La biopsia duodenal se puede realizar durante una endoscopia. Otro método útil es el inmunoenzimático (ELISA), para detectar antígenos de Giardia lamblia en las muestras.

 

Prevención

– Se deben tratar a los individuos infectados.

– Tener control estricto de los manipuladores de alimentos, realizando exámenes de heces periódicamente y medicando a quienes resulten infectados.

– Saneamiento básico y educación sanitaria.

– Disposición adecuada de excretas y basuras.

– Control de moscas como importantes vectores mecánicos.

– Consumo de agua potable.

Referencias

ifeder. (2022, 26 mayo). Giardia lamblia. Lifeder. https://www.lifeder.com/giardia-lamblia/


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